Recuerdo I
Hay que ver como es la
vida, yo general de un ejercito de asesinos, posiblemente un de los peores, uno
de los mejores asesinos, de los mas precisos y letales, no me esperaba que
pasara todo esto, no me veía en estas situaciones, siempre fui cruel, me entrenaron
así, me adiestraron para no sentir pena, para no tener piedad y por primera vez
he fallado, he fallado una misión, he fallado mi objetivo, me he fallado a mi
mismo, no he podido matarla, yo que nunca me ha importado ninguna vida salvo la
mía, yo que solo me interesaba por lo propio, que solo me importaba mi propio
bien, ahora me veo rebajado a esto, mi crueldad se desvanece, mi piedad aparece
y de ella mi debilidad, mi corazón, aquel que desconozco, aquel cuya existencia
ignoraba, me ha demostrado que todos lo tenemos hasta yo y todo empezó con un
error, supongo que como todos los buenos accidentes, marcaría y marcó un antes
y un después en mi vida. La misión era sencilla, debía secuestrar y matar a la
enamorada del general enemigo ¿Para que? Como advertencia de que nosotros somos
los que mandamos, advertencia de que, debían tener cuidado con nosotros, por
que somos y éramos letales, lo mejor de todo es que jamás conocí su verdadero
nombre, solo llegué a averiguar que empezaba por P, el resto es un misterio, ya
que al igual que yo ella misma lo desconocía y por ello le pusieron un nombre,
se lo puso ella, eso es lo de menos, pero los que la conocían, la llamaban
Selea, el caso es que un buen día, como estaba planeado, me adentre en su
entorno, fui a la cuidad en la que ambos vivían ¿Quiénes? El general blanco y
Selea, tanto ella como él se camuflaban con la gente de a pie, haciendo el bien
entre ellos, como podían sin levantar sospecha, el caso es que después de una
semana de investigación me puse en marcha, entré en su casa cuando él no estaba
y me la llevé, dejándola una nota:
-Lo siento héroe, pero a veces es el malo el que
se queda con la chica, te estoy observando, espero que hagas lo que quiero si
no quieres que tú chica lo pase mal, deberás entregarte ante mis
superiores y así ella estará sana y
salva en tu casa de nuevo, mientras que tú serás prisionero de por vida, pero
no solo eso, no será tan fácil, además, deberás traernos información acerca de
los tuyos, de no hacerlo ella morirá, ¿Qué prefieres que muera ella o que
mueran cientos de los tuyos? Tú eliges héroe, depende de ti.
Dejé la nota clavada en
la puerta con un cuchillo y después de dejarla inconsciente me la eché al
hombro y me la lleve, la mantuve prisionera durante meses, pero los primeros
días sin duda fueron los más extraños, estaba allí tirada en el suelo
encadenada a una barra de acero, mientras que nos mirábamos, su mirada me
hipnotizaba sus ojos marrones, oscuros, me perdían, me odiaba, siempre
recordándome que su novio vendría a por ella, que la salvaría y que me mataría,
a lo que yo hacía oídos sordos, aun sabiendo que vendrían a por ella, si de
verdad la amaba como decía vendría a por ella, se sacrificaría por ella, ¿o no?
Poco a poco no se como ni por que empecé a notar algo extraño, su mirada me
decía algo extraño, empecé a entablar conversación con ella, conversaciones en
las que dejaban de aparecer su novio, mis planes, hablábamos de la vida, del
futuro de la forma de ver la vida de cada uno, de mi pasado, de cómo podía no recordarlo
y poco a poco la verdad que no se ni como, nos fuimos enamorando, hasta que
llegó el día que ella me pidió que la enseñara a pelear y haciendo caso omiso a
todo la solté de las cadenas, notaba en su mirada que confiaba en mí, que ahora
me amaba como yo a ella, así pues la solté y empezamos a jugar, peleando, hasta
que terminamos tirados en el suelo, ella debajo y yo justo encima sujetándola,
nos quedamos quietos mirándonos a los ojos y de pronto algo dentro de mí me
decía que me acercara, al hacerlo pude ver en su mirada algo diferente y de
pronto apartó la cara, me evito, para distraerme, ese acto me puso demasiado
triste tanto que bajé la guardia y ella lo aprovecho para darle la vuelta al
combate, desde un principio del combate hicimos un trato si alguna vez ella
ganaba la dejaría libre, sabiendo que no ganaría jamás, pero esa vez, me ganó,
me confié, me volví débil, demostré que de verdad tenía sentimientos, al estar
tumbado en el suelo con la espalda en el suelo mientras que ella me sujetaba con
sus piernas apoyada sobre mí, podía notar la tristeza en mis ojos y de pronto
vi en su rostro una sonrisa, comenzó a acercarse a mí, está vez yo pensaba que
se trataba de una broma, que pretendía burlarse de mí y no hice nada mientras
que ella se iba acercando mas y más, pero yo impasivo no hacía nada pensando
que se alejaría a los pocos segundos y fue entonces cuando me di cuenta de que
nada es lo que parece y todo es posible, pues cuando no esperaba nada de ella,
me besó, fue el mejor beso de mí vida, ese día morí, en ese momento mí corazón
se descongeló ese día renací. Dos semanas después, por fin habían tomado una
decisión sobre que hacer, si salvarla a ella o a todos los suyos, el héroe se
entrego, ella me suplico que por favor no le matáramos, que por favor no le
matara, a lo que le conteste que eso ya no era decisión mía, si moría era
decisión de mis superiores, pero al reunirnos con él nos dio una sorpresa, no
venia a entregarse, venia a despedirse, puesto que para ellos era mejor
sacrificar una vida a cambio de todos los demás, que dejar que él se entregara
y entregara así a todos los demás, esta vez el amor, no gano, esta vez no gano
la razón, esta vez no gano la justicia, gano el mal, la crueldad, la codicia,
el egoísmo, ese día gane yo, ese día debía matarla, justo después de despedirse
de él, así pues mis superiores organizaron la ejecución en una gran sala en la
que todos podían ser testigos del brutal asesinato y disfrutarían con él sin
dudarlo, animales, admito que en su día abría disfrutado como ellos, pero ahora
no, ahora me sentía diferente, con todas mis escapadas para verla, para estar
con ella, con cada regreso volvía mas humano, menos monstruo, menos asesino,
mas enamorado, mas débil, pero aun así ella no había dejado de amarle a él, así
que solo fue cuestión de tiempo, que se volvieran a encontrar y de nuevo
reapareciera el amor, como decía le trajeron ante mí, su amada ya estaba
esperando para morir, mientras que él caminaba encadenado de manos y pies, los
dejaron un par de minutos para despedirse, y al acercarse se besaron mientras
que ambos frente a frente lloraban y se despedían de la forma mas bonita
posible, sin más se abrazaron y él la dijo algo a ella al oído, por que pude
escucharle susurrar aunque no llegué a entenderlo, ella se puso triste de
pronto y vino hacía mí para morir, debía hacerlo, debía cumplir con mi deber,
se tiró al suelo de rodillas y únicamente espero su final, levanté mi espada y
a la hora de bajarla para dar el corte, mis manos no respondían, no me hacían
caso, conocía mi deber pero no quería llevarlo acabo, el monstruo de mi
interior estaba encadenado ahora, estaba encerrado en una jaula de la que no se
si saldría de nuevo, así pues bajé mi espada de forma rápida sin tocarla, sin
rozarla apenas, únicamente la corte un fino mechón de pelo que se movió, de
pronto mis superiores se levantaron ofendidos, gritándome, debía obedecer y no
lo había echo ¿En que estaba pensando? ¿Pensando? Me temo que en nada, esta vez
se trataba de escuchar ¿A quien? Pues por primera vez a mi corazón, de pronto
las cadenas se rompieron quedando libre, le robó la espada a uno de los
soldados que le vigilaban, y lo mató con la misma, fue eliminando a todo aquel
que iba a por él, todos a su paso caían, iba a por ella, quería salvarla, era una
trampa, pensaba salir con ella, ponerla a salvo y no dar ningún secreto ni
entregarse, iba a romper el trato, después de eliminarlos a todos, solo
quedábamos los dos, él iba a por mí y yo a por él, tras un digno duelo a
espada, le desarme y calló al suelo y así tirado en el suelo fue cuando me di
cuenta de algo, vi su mirada y de nuevo como la vez anterior sus ojos oscuros
me decían algo, de nuevo una nueva lección, de nuevo algo desconocido.